Devoción

Vi al carnero exponer el pescuezo
y la sangre manar brillante bajo el carnívoro sol de verano.

Lo vi retorcerse de gloria bajo el cuchillo,
su muerte fue un orgasmo salvaje.

Y lo envidié.

Devoramos su carne y nos bebimos su sangre.

Praise God I'm satisfied

Mi corazón es un cuerno de hierro
ante la totémica presencia del semáforo en la noche,
los pies sumergidos en alquitrán, el cigarrillo por reverencia;
el cráneo bajo el beso de esta luna de pólvora
con nombre de actriz de cine del este
y tacones rojos que bombean mi sangre a cada paso.

No quedan ya ídolos de mimbre sino cenizas.
No quedan más estrellas por descolgar
ni campanas que quebrar a pedradas.

Colapso.

Dante oye el rumor nervioso de las camillas traqueteando por los pasillos de urgencias.

Una enfermera le pasa un informe, casi sin mirarlo dice- Hay que amputar.- Lleva toda la tarde diciendo la misma frase, ya no tiene muy claro lo que significa.

Pasa a su lado una camilla con un joven asiático, este canturrea algo en francés mientras lo llevan a toda velocidad un grupo de enfermeros. Dante ve que tiene algunos miembros quemados y mutilados, no se llega a fijar en cuantos ni cuales.

Lo que pasa es el fin del mundo, el Armaggedon Hamster, como lo han bautizado los medios por alguna extraña razón, pero esto no tiene nada que ver con los hamsters, el mundo se esta acabando y eso es todo. Dante decide cantar algo, repartir morfina entre los presentes y bailar hasta el amanecer.

Pero el hospital se viene abajo antes del amanecer, durante el segundo estribillo.


En otro lugar del mundo un hombre se despierta bañado en sudor y con una erección involuntaria.

Autobús Urbano

Se suceden las paradas de autobús
y la ciudad se retuerce en cada esquina.
Las calles se beben todo el tráfico y en lo alto
un semáforo.

Tiovivo de aceras y farmacias.
Tantas calles para no llegar nunca.

Los pasajeros desvían la mirada.
Una mosca cabecea contra el cristal.
No lo entiende.
.........................
Yo tampoco.

Suerte, ceniza y vino.

Bienvenida sea la dicha del viajero
Bienvenido sus pies ligeros y su sonrisa amplia
Bienvenida el ancla y la cadena de acero
Bienvenida la vela hinchada y el norte certero
Bienvenidos los ruegos de quedarse en la grada
Bienvenido el nombre de sus padres y abuelos
Bienaventurados su pasos que vigilan ellos
Bienvenido su pelo y el secreto que calla.
Soplan los besos fantasmagóricos un cuerpo fantasma arrastrando camino
Si la angustia acorrala, soplan los besos vasos vacíos de vino, volcados en ceniza, afortunados de haber bebido, empapados de haber sentido, felices, tiernos, iracundos y heridos, nunca solos, jamás compartidos, siempre confusos, confuso es su nombre y su apellido.

Qué elegante va hoy, señor

Hijo, la única razón por la que llevo este exquisito italiano de lana virgen con chaqueta de hombros firmes y acolchados aunque no demasiado pronunciados y corte de caída fina pero holgada con cierre recto a tres botones y corbata en nudo windsor del mismo color que los pantalones con estos zapatos Crockett & Jones de dos hebillas a conjunto con el cinturón de piel negro-marrón-coñac con hebilla de plata hecha a mano por un niño coreano es que soy tu jefe y tengo que entrar a trabajar, pero lo que a mí de verdad me gustaría es estar en gayumbos sentado en el sillón del salón de mi casa con mi mujer masturbándome relajadamente mientras vemos una buena película de lesbianas japonesas. Esas sí que son elegantes, con esos piececitos como palmeritas dulces para mojar en el café.

Se cierra el telón del ascensor, que se marcha emitiendo un zumbido. Hoy tampoco hay propina. Edipo se da cuenta de que en realidad no quiere saber qué es lo que hay en los pisos de arriba.

Vigilia.

No es pequeña empresa abrir una brecha en la noche.

Hemos de crear a base de hachazos exquisitos una herida en el paisaje que nunca cicatrice, de la que brote una sangre dulce y fresca, el néctar de las cosas que nunca llegan a ser realidad y a la vez han dejado de ser una quimera.

No aspiramos a nada que no pida la tierra, derramamos nuestra sangre sobre ella. Para complacerla.

Sólo aspiramos a desaparecer.

No hay tristeza tan insondable como la de acostarse a las diez de la mañana.