Momentum.

En aquel lugar, con la garganta aun húmeda por el vino, contemplamos al titán de piedra y acero. Vimos el milagro de la sombra, y derramamos una lágrima de saliva por la guerra que iban a perder las hormigas. Sabíamos que pronto serían obligadas a rendirse.

Entendimos que no era la casa de Dios, entendimos que era su sepultura.

Edipo Rey

Retorcido sobre el suelo del apartamento como una caja de cartón pisoteada el joven Edipo se abraza el abdomen con las pantorrillas. Desde el comienzo su vida fue una broma telefónica de mal gusto, su muerte fue un estornudo de esos que se hacen de rogar; su cadáver ni siquiera apesta cuando la chacha de los lunes entra sin llamar y deja caer su Nokia pasado de moda que se desmiembra en tres piezas contra el suelo. Edipo hacía yoga. Alguien pregunta por Juana desde lo que queda de móvil, que si está ahí (que más bien no). Juana es de esas mujeres que rompe a reír cuando está muy nerviosa, no lo puede evitar, y eso la pone aun más nerviosa. La persona al otro lado de la línea cuelga y vuelve a llamar. El móvil es polifónico. Lo voy a titular Lunes de mierda.

Una Caída.

En la ciudad, alguien me dijo que tiene hambre, quiere puré, puré de carne de niño, quiere una vida buena, una vida mejor, una cadena perpetua atado al tubo de escape de un rinoceronte borracho, un hijo rubio, una hija con tentáculos, un perro alado que cague nata montada, una polla más grande, tener un caballo con el cuerpo degollado de un policia canadiense que cabalgue hasta el fin de la cordillera de lodo por llevarle una bolsa de té negro envenenado, quiere ser un astro incombustible que viaje a través del universo con su incandescente cuerpo de bikinis y helio.

Alguien ha dicho que tiene una visión, un nuevo cambio gestándose en su cabeza como un tumor.

Me reí ante todo esto, naturalmente, me reí tanto que monté en cólera porque como todas las cosas graciosas, pierde la gracia tras mucho reírla.

Así que, sin más, tomé mi revolver y miré a aquella persona a los ojos sabiendo que echaría de menos su sentido del humor.

Le di un balazo y mi bendición.

Me da lo mismo

.....Analógica o digital
yo te amo
tubo de rayos catódicos

.....porque eres terrible y hermosa
como el plasma,
.....
la mortal radiación
de la belleza monitorizada

.....o la bobina
que hace converger todo ese ruido blanco:
mi televisor en color.

.....Tu intensidad lumínica no-lineal (radiación gamma)
extrapola mis sentidos a decenas de miles de voltios
y tus parpadeos de imagen

.....me producen crisis epilépticas
pero yo te quiero a 30 imágenes por segundo
y vectorialmente; en rojo, azul o verde.

.....Me hipotecaba a siete reencarnaciones
(de veras que lo haría)
por atravesar la pantalla.

El mausoleo de David Hume

Escríbote de un pantallazo este cielo caleidoscópico y adjúntote 20mg de jaqueca por el despegue, perfume de azafata y este cuadro cubista que es el suelo visto por la ventanilla del avión. Descríbote describiéndome un arco aéreo Málaga-Edimburgh y ahórrome lo del odio a los aeropuertos, terminales, trenes de maletas por la cinta automática y lo de enseñar mi cara aplastada en el pasaporte. Welcome to Edimburgh. Recórrome la ciudad de las brujas y las fachadas de piedra medieval empotradas de Starbucks y despárrome entre la horca a la que sobrevivió entrañablemente una tal Maggie Dickson, el fantasma de Bloody Mackenzie y el mausoleo de Hume. Y recuérdote que odio las gaitas, mamá: Odio-Las-Gaitas.

Tu hijo que te quiere.

4 X 4

El maestro pintor en relaciones cardio-vaginales.

El arquitecto de las cosas que no se vuelven reales.

El monje zen del propósito nunca cumplido.

La princesa de los madriles y el cuchillo herido.


Calambres.

En el estomago solo calambres y el hambre en el alma,
un poco de asma cuando creo que huelo tus flores.
Nuestra Lola ahora se llama Dolores.
Su medicación son calmantes, pero perdimos la calma.

Malamañana.

Malamañana odiaba su sopa para uno, así que vació su porción individual en su estúpido colchón de media plaza, esperando invocar algo entre las manchas de soledad.

Pasó el resto del día limpiando su cama.

Haiku

La bicicleta más rápida del mundo
atravesada a la cabina telefónica
comunicando.

Cartas a la Abadesa.

¿Quién te enseñó a callar de esa forma, niña?

Si las paredes callarán como tú, los prisioneros no durarían una noche.

Que pánico te tengo por las noches. Que miedo mas lúcido durante el día. Cuanta experticia guardas en la grieta que forman tus labios cerrados. A cal y canto.

Una primavera, por favor.


¿Quién te enseñó a desaparecer de esa forma, niña?

Si el humo desapareciese como tú, las llamas no jugarían con fuego.

Con que cara te puedo hablar yo de desaparecer. Con cuantas cartas te puedo vestir. Cuanto sueño tizna las cuencas de mis ojos que te vieron. Abiertos de par en par.

Una primavera, por favor. Pero sin ti, que sean dos.

Llueve.

Alguien se ríe como un cuervo-bomba en la plaza. Un coro de palomas ebrias le secunda. Gritos baratos por un megáfono. Son mentiras, lo dice mi intuición femenina, que últimamente se ha entregado a la botella. No queda café. Llueve.

Calle que suda más mierda, sangre y dinero de la que la tormenta puede limpiar. Ya la conozco, la recorro clavándole los talones que con dolor y artritis pagan por mis pecados.

Mal día para bailar el swing.

Caras grispurpureoceniza que miran hacia fuera de si mismas, nada de espejos, no, nada de miradas sinceras. -¡Guadalupe, calla al cabrón de nuestro hijo! Vecina loca pone otro reactor nuclear. Aprieta el aceite ,me hierven los oídos.

Fortaleza de flash-souvenir-laputaduodecimamaravilladelmundo.com. Disfrútenlo como una mamada a su cerebelo. Ah, y salgan por la tienda de regalos.

-Perdone buen hombre ¿Tiene fuego?

-Acabo de matar a mi esposa, joven, he gastado mi última cerilla.

(Llueve).

Palíndromo

Se ha sugerido que David Rockefeller sea fusilado en este poema. Veamos que opina su abogado:

Vaya usted a saber qué manzana podrida nos caerá ahora o a cuál de las pocas cometas que nos quedan en el aire partirá ahora un rayo; cuánta prostitución hipotecada será necesaria, vaya usted a saber, estimado transeúnte; pero una cosa le habrá sin duda quedado a usted clara y es que el yoyó de la miseria no es un artilugio kármico colgando del dedo de dios ni tan siquiera una raíz podrida debajo del árbol genealógico de la banca americana, sino un perverso e inflamado juguete genital de diseño fálico mal lubricado a tres velocidades hecho a base de caucho de petróleo y mala leche. Y hay que aguantarse; eso es lo que hay. Poner el culo y aguantarse.


Cuánta razón. Todos somos David Rockefeller.

Papá, trae el fusil.