Suerte, ceniza y vino.

Bienvenida sea la dicha del viajero
Bienvenido sus pies ligeros y su sonrisa amplia
Bienvenida el ancla y la cadena de acero
Bienvenida la vela hinchada y el norte certero
Bienvenidos los ruegos de quedarse en la grada
Bienvenido el nombre de sus padres y abuelos
Bienaventurados su pasos que vigilan ellos
Bienvenido su pelo y el secreto que calla.
Soplan los besos fantasmagóricos un cuerpo fantasma arrastrando camino
Si la angustia acorrala, soplan los besos vasos vacíos de vino, volcados en ceniza, afortunados de haber bebido, empapados de haber sentido, felices, tiernos, iracundos y heridos, nunca solos, jamás compartidos, siempre confusos, confuso es su nombre y su apellido.

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