Qué elegante va hoy, señor

Hijo, la única razón por la que llevo este exquisito italiano de lana virgen con chaqueta de hombros firmes y acolchados aunque no demasiado pronunciados y corte de caída fina pero holgada con cierre recto a tres botones y corbata en nudo windsor del mismo color que los pantalones con estos zapatos Crockett & Jones de dos hebillas a conjunto con el cinturón de piel negro-marrón-coñac con hebilla de plata hecha a mano por un niño coreano es que soy tu jefe y tengo que entrar a trabajar, pero lo que a mí de verdad me gustaría es estar en gayumbos sentado en el sillón del salón de mi casa con mi mujer masturbándome relajadamente mientras vemos una buena película de lesbianas japonesas. Esas sí que son elegantes, con esos piececitos como palmeritas dulces para mojar en el café.

Se cierra el telón del ascensor, que se marcha emitiendo un zumbido. Hoy tampoco hay propina. Edipo se da cuenta de que en realidad no quiere saber qué es lo que hay en los pisos de arriba.

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