El Hombre.

La carne se parte,

los huesos explotan bajo los puños

y un niño grita desde el marco de la puerta del salón.


Los charcos de sangre se disuelven en el ruido,

pero los Dioses le darán el bautismo que merece.


El niño derrama su alma gota a gota,

mientras la sal le seca la cara.

Por respuesta obtiene los ojos del León.


Entonces comprende que no hay nada que comprender.

2 comentarios:

  1. Psicodélico. Pillo la idea. Da miedo
    y eso me gusta.

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  2. Una pregunta, el sentirme identificado en la totalidad del texto: ¿Es Egocentrismo, o en mi caso, Heliocentrismo?

    'C' de Colmillo y 'M' de Molar.

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