Cartas a la Abadesa.

¿Quién te enseñó a callar de esa forma, niña?

Si las paredes callarán como tú, los prisioneros no durarían una noche.

Que pánico te tengo por las noches. Que miedo mas lúcido durante el día. Cuanta experticia guardas en la grieta que forman tus labios cerrados. A cal y canto.

Una primavera, por favor.


¿Quién te enseñó a desaparecer de esa forma, niña?

Si el humo desapareciese como tú, las llamas no jugarían con fuego.

Con que cara te puedo hablar yo de desaparecer. Con cuantas cartas te puedo vestir. Cuanto sueño tizna las cuencas de mis ojos que te vieron. Abiertos de par en par.

Una primavera, por favor. Pero sin ti, que sean dos.

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